domingo, 4 de abril de 2010

Himnos, turistas y bolitas de cera


O nos estamos volviendo locos o a un servidor hay cosas que se le escapan. A las quejas por el himno nacional a la entrada y salida de los pasos de Semana Santa se le une ahora la petición de una supuesta asociación par evitar que los cargos públicos acompañen a las cofradías en su recorrido procesional.

¿Molestan las procesiones? ¿Le duele a algunos que los cristianos nos echemos a la calle para, todos juntos, sin miedo ni vergüenza, orar en la semana que le da sentido a nuestras creencias? ¿Le entra urticaria a los que ven como vibra la gente con un himno que a ellos no les dice nada porque no se sienten españoles?

Es paradigmático que prácticamente el único sitio donde se escuche el Himno Nacional con respeto y emoción sea en la puerta de las Iglesias. Es una sociedad enferma esta, la que vive en una nación sin identidad para muchos. En cualquier país del mundo todos los actos importantes comienzan con el Himno Nacional respectivo. Quiténle ustedes La Marsellesa a un Francia - Inglaterra en el Parque de los Príncipes. Intenten pensar en el desfile del Día de San Patricio en Nueva York sin el Star-Spangled Banner. Piensen en una carrera de Ascott sin el God Save the Queen. Es una muestra de la importancia y solemnidad en cualquier evento... menos en España que, o se toma a cachondeo (como en los eventos deportivos) o provoca las protestas de los imbéciles más variopintos.

Y para más "inri", lo de los cargos públicos. A nadie se le pone una pistola para que vaya en procesión adorando al Cristo o a la Virgen. Es un acto voluntario que realizan políticos de todos signo acorde a sus convicciones personales. El alcalde de Mérida, el ínclito Angel Calle, no se aceca a un paso a menos de 100 metros. Por contra, su compañero de partido en Badajoz, Celestino Vegas, procesiona delante de la Patrona de la ciudad, la Virgen de la Soledad, sin ningún pudor. No hay problema con ninguna de las dos posturas. Es más grave el que se declara cristiano pero defiende la ley del aborto.

Simpática es otra protesta virtual y mundana. Se quejan algunos vecinos de la cera que dejan los nazarenos a su paso. Les molesta a estas buenas gentes que las ruedas de los coches rechinen, que la acera de la puerta de su casa luzca una capa amarillenta. Tanto es así que, en algunas ciudades como la monumental Cáceres, se ha pedido que las procesiones se celebren en el Recinto Hípico. ¿No es para echarse a reir?

No se preocupen, amigos y hermanos cofrades. Ladran luego cabalgamos. No se prohibirá tocar el himno porque es Español y es de todos. Si en las Mezquitas se tocara el himno al comienzo del Ramadán, los hermanos musulmanes provocarían menos miedo y desconfianza de la que provocan con acciones como la de los turistas austriacos en Córdoba, cuchillo en mano incluido. No faltarán los políticos en las procesiones puesto que saben que tienen muchos votantes entre la gente que llora viendo a su Virgen o que se emociona por el esfuerzo costalero. Y, por supuesto, no se cambiarán los recorridos tradicionales por el capricho de alguno.

Y si todo eso pasara... sería el momento de revivir, esta vez en realidad, la Vía Dolorosa en nuestras calles, que es lo que les gustaría a más de uno.

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